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  • agustinabazterrica9

Texto en "Mundo loco" del diario Clarín

Hoy publicaron un texto que mandé a Clarín para la sección "Mundo loco" del Suplemento de Turismo. Tenía que ser un texto corto y risueño, gracioso, contando alguna anécdota de un viaje. ¡Estoy feliz por la publicación!


Aprovecho para publicar el texto de Clarín, el original con algunos cambios y uno que mande al principio, un poco hot, que no quedó, pero que igual calculo que es divertido de leer.


Texto publicado


Versión digital: http://www.clarin.com/viajes/Victoria-batalla-aerea_0_1102689743.html


Texto original


"Batalla aérea"


Esto pasó en Octubre de 2013. Viajamos con mi novio a Italia en un vuelo de más de doce horas. Nuestro asiento era de a cuatro. Cuando estábamos cerca del despegue nos dimos cuenta, para nuestra alegría, que los dos asientos contiguos quedaban vacíos. Nuestra felicidad desapareció cuando un intruso se sentó en uno de los asientos. Era claro que estaba perpetuando una invasión. Le pregunté si era su asiento y me dijo que no, con una mueca entre hostil y soberbia. Pensé: “La guerra está declarada”. Investigué el campo de batalla. Ventaja del enemigo: actitud de conquistador psicópata (sin culpas ni límites) Debilidad: ignorar que estaba a punto de enfrentarse a una obsesiva trastornada. Mi novio (al que no le podía revelar mi actividad secreta y bélica porque es un ser pacífico) se durmió a los cinco minutos. Lo miré con envidia, pero tenía que concentrarme en la defensa de nuestro territorio usurpado. Empecé por correr las cosas del enemigo que estaban ocupando el único asiento libre (el “no man’s land”). Armé una trinchera con mi mochila, mis libros y mi campera. Miró sorprendido y contraatacó. Bajó la bandeja del asiento libre y apoyó sus anteojos y su celular. Dejé que pensara que había hecho un alto en el fuego y cuando lo vi relajado estiré las piernas en un claro enfrentamiento con las de él: el campo estaba minado. Inició la retirada e intentó acostarse en posición fetal en los dos asientos. Decidí usar la artillería pesada y le golpeé la frente con mi rodilla de manera distraída, pero contundente. Se levantó, desconcertado. Estaba herido. Era el momento del ataque final. Agarré mi vaso cargado de agua y, causalmente, se me resbaló de las manos para caer directamente sobre sus cosas. El enemigo me miró con odio real. Iba a decir algo, pero vio mi cara de “esto es a matar o morir” y desistió. Estaba vencido. Mientras juntaba sus cosas y abandonaba la zona de combate, susurré: “Hasta la vista, baby”. El resto del viaje fue una pacífica celebración de la victoria mientras nos acomodábamos en nuestro territorio recuperado."



Texto hot


"Complot masculino en México por falta de solidaridad"


Cuando estudiaba Artes en la UBA, había aprobado la materia Precolombino y mi madre (santa) me regaló un pasaje a México para ver en vivo y en directo las obras que había estudiado.


Estaba soltera, pero la idea era hacer un viaje cultural porque era una alumna in...soportablemente responsable (cosas que el psicoanálisis ¿curó?). Sin embargo, en un acto de rebeldía, me fui unos días a Puerto Escondido, puro mar. Mientras caminaba por una playa solitaria se me acercó un adolescente mexicano. Tendría unos dieciséis años contra mis treinta. Era demasiado simpático, al punto en el que empecé a sospechar que algo quería. En eso, de la nada, me dice “Le quería pedir (sí, me trataba de usted) que me desvirgue.” Me lo quedé mirando, tratando de entender si “desvirgar” era un sinónimo de algo distinto a lo que todos los hispanoparlantes sabemos que significa. “¿Cómo? No entiendo ¿Qué querés qué cosa?” le contesté. “Que soy virgen y quiero que usted me desvirgue, dele, haga el favorcito.” Me reí para mis adentros por la audacia de ese ser que me miraba con ojos de súplica muy bien estudiados, por otra parte. No fui solidaria, por si alguien necesita que lo aclare. A partir de ese incidente fue como si todos los hombres mexicanos hubiesen recibido el mensaje secreto de que yo era una turista non grata, incapaz de hacer “un favorcito” y fui de maltrato en maltrato, o quizás el complot no existía, pero así lo percibí por la culpa judeo-cristiana de no haber sido solidaria con hermano latinoamericano en situación de necesidad.

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